domingo, 6 de marzo de 2011

AXIOLOGÍA DE LOS VALORES, según Max Scheler

Antes de adentrarnos más en profundidad en los fundamentos y principios que aporta el propio Max Scheler, cabe hacer una pequeña introducción sobre lo que nos referimos cunado de axiología de los valores nos referimos.

Axiología (del griego axios, ‘lo que es valioso o estimable’, y logos, ‘ciencia’), teoría del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética, donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler (siglos XIX-XX) han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler, y la cual trataremos a continuación.

En un primer momento, Max Scheler distinguió las esencias de lo que es tangible, real o existente, lo que llevó a la afirmación de la independencia de los valores (eternos e invariables) respecto de los bienes, que serían sólo sus portadores circunstanciales. De este modo, Scheler cambia el enfoque formal del filósofo alemán Immanuel Kant por un estudio de los valores en cuanto contenidos específicos de la ética, los que se presentan de un modo directo e inmediato a la persona.
Los valores, según Scheler, se presentan objetivamente como estructurados según dos rasgos fundamentales y exclusivos:
  1. La polaridad, todo los valores se organizan como siendo positivos o negativos. A diferencia de las cosas que sólo son positivas.
  2. La jerarquía, cada valor hace presente en su percepción que es igual, inferior o superior a otros valores. Esta jerarquía da lugar a una escala de valores que Scheler ordena de menor a mayor en cuatro grupos: 
    1. Los valores del agrado: dulce - amargo.
    2. Las valores vitales: sano - enfermo.
    3. Los valores espirituales, estos se dividen en:
      1. Estéticos: bello - feo.
      2. Jurídicos: justo - injusto.
      3. Intelectuales: verdadero - falso.
    4. Los valores religiosos: santo - profano.
Los valores morales no son una categoría de valores porque no poseen portadores, son valores puros. Su realización es más bien indirecta. Se verifica en la realización de los otros valores según su polaridad y jerarquía objetiva.
Para resumir, podemos afirmar que la ética axiológica defiende la división entre los valores propiamente dichos y el resto de bienes, sustancias o cosas; de forma que pueden existir los valores sin que existan los seres humanos. Es ante esto, donde encontramos su gran problema, pues si no existen las personas que ponen en práctica los valores ¿cómo podemos decir que son valores? 

UTILITARISMO



En este vídeo se nos pone de manifiesto, un nuevo dilema moral: Formalismo vs. Utilitarismo, o visto de otro modo, ¿qué relación mantienen los fines y los medios?

Como ya hemos explicado en la anterior entrada del formalismo, el fin nunca justifica los medios, de forma que lo que prima siempre es el modo de realizar la acción frente al resultado que se obtenga de ello. En cambio, el utilitarismo siempre centra el resultado de la acción frente a la forma de llevarla a cabo, es decir, el fin justifica los medios.

Según el utilitarismo, lo útil es bueno, y por lo tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados. El utilitarismo reduce también la felicidad al máximo placer y el mínimo dolor, buscando siempre la mayor felicidad o mayor bien para el mayor número de personas. De este modo, el utilitarismo da una mayor importancia a los intereses colectivos que a los intereses parciales o individuales. Una acción es mejor que otra cuando contribuye más al bienestar general. Por el contrario, el formalismo de Kant antepone que el modo de realizar el objetivo sea correcto aunque perjudique a toda la humanidad.

Si analizamos ambas teorías por separado nos daremos cuenta de algunos de los errores o dificultades que pueden conllevar. Por un lado, encontramos que el formalismo, tal y como he dejado constancia en la otra entrada, conduce a una universalización de las circunstancias y a un deber que, a veces, no produce unos resultados correctos. Por otro lado, en el utilitarismo se nos hace muy difícil concretar la cantidad de bienestar general que vas a producir con tus actos. De este modo, también se nos plantea: ¿qué es preferible: un mal individual muy importante o muchos males de menor tamaño? 

Atendiendo a las alusiones que se nos hacían en el vídeo sobre el fin y los medios, cabría destacar cuál de ambas posturas es más considerable a la hora de ponerla en práctica. A mi justo modo de opinión, considero que para obtener un grato resultado, es decir, un correcto fin, se debe llegar a un equilibrio entre ambas posturas. Tan mal está  realizar una acción sin analizar sus consecuencias, simplemente actuando por el deber de hacerlo bien (formalismo); como realizar un acto fijándose solo en el resultado final sin tener en cuenta los métodos para llegar a él. De ahí, fijar cualquiera de las dos posturas en un extremo u otro, supondría una actitud que al final no conduciría a ningún tipo de bien, sino que más bien podría conllevar el mal.        

FORMALISMO ÉTICO


 
En primer lugar, para situarnos, citar brevemente que el fundador del formalismo ético fue Kant (siglo XVIII). Kant sintetiza su pensamiento en tres preguntas: ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo saber?, ¿Qué me está permitido esperar?, que pueden resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre?
El primero de los interrogantes hace referencia a la moral y es al cual nos vamos a enfrentar hoy.

Como ha quedado constancia en el vídeo, Kant concibe la moral como un deber, tomando conciencia de ello. Es ante esto, por lo que pone de manifiesto su imperativo categórico, el cual queda resumido según los siguientes principios o formulaciones:

-         «Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal».
-         «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio».
-         «Obra como si por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines».

Junto a esto, Kant añade que toda acción y decisión se deben basar en la buena voluntad, es decir, no quieras para los demás lo que no quieres para ti mismo. De este modo, el formalismo o ética formal no nos dice en concreto qué tenemos que hacer, sino que nos aporta un criterio formal, sin contenido concreto, para evaluar la acción.  

Trasladando la teoría a la práctica, nos volvemos a dar cuenta que el imperativo kantiano aporta ciertos matices no muy recomendados a la hora de actuar. Según el formalismo ético, se debe actuar de forma que cualquier persona en las mismas circunstancias actúe igual (universalización). Pero, ¿Cómo podemos determinar de una forma precisa unas circunstancias idénticas, si nunca hay dos situaciones iguales?

Además de esta contraposición, encontramos la ley según la cual el fin nunca justifica los medios. Según esto, por ejemplo, si tú te encuentras en una situación de paro, hambre y miseria, nunca podrás robar nada para tu sustento puesto que no es lo que se debe hacer, no estaría bien. Entonces, ¿te debes morir de hambre? ¿Robar siempre está mal?

Por último, si hacemos hincapié en el nazismo, la Segunda Guerra Mundial o la represión estalinista, nos daremos cuenta que estas situaciones también se han producido en el nombre de la racionalidad y el deber. Por tanto, si tomamos partido por la teoría ética de Kant, debemos a su vez tomar conciencia de los riesgos que puede conllevar.

ESTOICISMO

El estoicismo, fundado por Zenón de Citio en el año 301 a.C., es un movimiento filosófico, el cual también aporta una visión diferente sobre el mundo de la ética y la moral.

Surge con cierta proximidad al cinismo, con el que guarda una gran relación. Así su teoría ética se centra en el desarrollo de las siguientes virtudes:
-          Apatía: falta de ganas, de vigor o energía. Para los estoicos, la verdadera felicidad reside en la virtud de la indiferencia. La virtud se satisface a sí misma: el sabio, en contra de los fugaces placeres se afianza en la virtud de la indiferencia ante los apremios de la sensibilidad.
-          Ataraxia: Imperturbabilidad, inmovilidad interior, impasibilidad. Para los estoicos es una virtud la quietud absoluta del alma, que es, la cualidad de los dioses y el ideal del sabio. El hombre sabio se afirma frente a sus pasiones y soporta los dolores y penalidades propias. Es el dominio sobre la propia sensibilidad. El verdadero sabio encuentra en la virtud de la imperturbabilidad un escudo contra los embates del mundo exterior. Es el equilibrio completo frente a las contradicciones de la vida.
-          Autarquía: significa autosuficiencia absoluta. El individuo se define asimismo moralmente, sin necesidad de la comunidad.

Según los estoicos, la naturaleza es ordenada y racional, y sólo puede ser buena una vida llevada en armonía con la naturaleza. Los filósofos estoicos, sin embargo, también se mostraban de acuerdo en que como la vida está influenciada por circunstancias materiales el individuo tendría que intentar ser todo lo independiente posible de estos condicionamientos. La práctica de algunas virtudes fundamentales, como la prudencia, el valor, la templanza y la justicia, permite alcanzar la independencia conforme el espíritu del lema de los estoicos, “Aguanta y renuncia”. La conducta correcta solo es posible en el seno de una vida tranquila conseguida gracias a la imperturbabilidad del alma, es decir, mediante la insensibilidad hacia el placer y hacia el dolor. De ahí, que la palabra estoico haya llegado a significar fortaleza frente a la dificultad.

Un rasgo distintivo del estoicismo es su vocación cosmopolita. Todas las personas son manifestaciones de un espíritu universal y deben, según los estoicos, vivir en amor fraternal y ayudarse de buena gana unos a otros. Mantenían que diferencias externas, como la clase y la riqueza, no tienen ninguna importancia en las relaciones sociales. Así los estoicos reconocían y preconizaban la fraternidad de la humanidad y la igualdad natural de todos los seres humanos.

En un vistazo general, los estoicos nos aportan un modo de vida muy austero y sencillo, vivido desde la autonomía y la racionalidad como base, dominando las emociones y sin hacerse ilusiones sobre el futuro. Teniendo en cuenta esto principios conseguiremos una vida efectiva y asertiva. Pero, en cambio, dejaremos de lado los placeres, afectos y pasiones, los cuales son también valores y hay que saberlos apreciar en una justa medida, sin exagerarlos ni reprimirlos.

A continuación, podemos observar un vídeo en el que se da una pequeña nuestra de cómo uno de los representantes del estoicismo, el cordobés Séneca, propone una solución frente a la ira basada en la serenidad y en la no fijación de ilusiones en el futuro. A su vez, se presenta el ejemplo de su muerte, como la expresión más representativa de paz, tranquilidad y austeridad.



Por último, añadir unas citas, también del filósofo Séneca acerca del estoicismo, las cuales dicen:

-          «Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida».
-          «Niego que las riquezas sean un bien: pues si lo fuesen, harían hombres buenos; ahora bien, como lo que se encuentra entre los malos no puede llamarse un bien, les niego ese nombre. Por lo demás, concedo que han de tenerse, que son útiles y proporcionan grandes comodidades a la vida».
-          «Seguir la vida mejor, no la más agradable, de modo que el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena. Pues es la naturaleza quien tiene que guiarnos; la razón la observa y la consulta. Si conservamos con cuidado y sin temor nuestras dotes corporales y nuestras aptitudes naturales, como bienes fugaces y dados para un día, si no sufrimos su servidumbre y no nos dominan las cosas externas; si los placeres fortuitos del cuerpo tienen para nosotros el mismo puesto que en campaña los auxiliares y las tropas ligeras (sirven para servir, no mandar)».

CINISMO



En el vídeo hemos podido apreciar una muestra, un ejemplo de vida de uno de los máximos exponentes del cinismo o escuela cínica: Diógenes.

La teoría ética de esta escuela se basa, principalmente, en los términos de autarquía, autodominio y ascetismo. De este modo, la búsqueda de toda felicidad solo se puede encontrar en el gobierno de uno mismo, sin la imposición de ninguna norma externa y, sobre todo, dejando de lado a todos los convencionalismos sociales y culturales, los cuales nos dirigen la vida sin que podamos ser participes de ella. Con esta forma de vida, se intenta llegar a un modo de vida austero y muy sencillo, sin ninguno tipo de excesos o cualquier otra acción que conlleve placer. La persona cínica es también aquella que se basta a sí misma sin necesidad de ningún tipo de ayuda. Asimismo, los cínicos consideran que el ser humano lleva en su propia naturaleza los elementos necesarios para alcanzar el bien y la felicidad. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.

Y, en cierto modo, ya su nombre todo lo dice. El término “cínico” procede del griego “kinico” el cual significa perro. Así, este modelo filosófico pretendía la búsqueda de un método de vida similar al de un perro callejero: sin rumbo, sin normas, y dirigiendo su vida tal y como desease. No hay nada más que fijarse en como apodaban al mismo filósofo, Diógenes el Perro.

En el vídeo, ha aparecido una de tantas anécdotas como a Diógenes le sucedían. Es en este tipo de acciones donde se veía la naturalidad y autonomía de sus actos y donde se ponía de manifiesto su verdadera ética. Sus anécdotas son de todo tipo y con toda clase de personajes, tal y como hemos tenido constancia. Un ejemplo lo encontramos en un diálogo que tuvo con Platón, mientras observaba a Platón en un gran convite comiendo aceitunas:

Diógenes: - ¿Por qué causa, oh sabio, navegas a Sicilia en busca de semejantes mesas, y ahora que la tienes delante no la disfrutas?
Platón: - Yo cierto, oh Diógenes, también comía allá aceitunas y cosas semejantes.
Diógenes: - ¿Pues de qué servía navegar a Sicilia? ¿Acaso el Atica no producía entonces aceitunas?

Otro clara y más sorprendente anécdota sucede entre el cínico y el grandioso Alejandro Magno, mientras Diógenes se disponía a descansar en un ciprés:

Alejandro Magno: - Yo soy Alejandro Magno. ¿Quién eres tú?
Diógenes: - Diógenes el Perro.
Alejandro Magno: - Pídeme lo que desees.
Diógenes: - Apártate, que me tapas el sol.

Aunque me he centrado únicamente en la figura de Diógenes, bien se puede decir que no es el único cínico, sino que existen otros filósofos del cinismo de gran importancia como son Antístenes, Crates, Metrocles o Hiparquia.
Pero al igual que he dicho en el resto de teorías éticas, lo importante no es la teoría sino la práctica en nuestra sociedad y forma de vida. En el mundo actual encontramos a personas que se apartan de los valores establecidos y deciden vivir al margen de los demás. Desde los clásicos barbudos instruidos y mal vestidos a los que optan por dormir bajo un puente antes que aceptar las condiciones de un trabajo, podemos observar claros ejemplos de cínicos modernos que prefieren tener una vida alternativa ante lo convencionalmente establecido. En cierto modo este tipo de persona lleva una vida austera y sencilla, disfrutando de los pequeños placeres de la vida y sin la necesidad de estar sometido a ningún tipo de autoridad, es decir una vida autónoma. Pero, ¿qué pasaría si todos decidiésemos seguir este patrón de libertad?

Es ante esto donde presentan los grandes problemas, puesto que si todos tomáramos partido y alcanzáramos estos modelos, en los que se sobre pone la individualidad frente al grupo total, se dejarían atrás grandes logros, como puede ser el Estado de derecho y la sociedad. Con esto me quiero referir a que si aceptar el cinismo presupone, por ejemplo, no pagar impuestos, el Estado como tal se caería. No tendríamos acceso a los servicios sanitarios, nunca se hubiese conseguido ningún avance de ningún tipo, etc. Por todo ello, considero que esta teoría tiene unos fuertes trasfondos éticos pero que, al igual que sucede con todo, no se puede extremar esta postura, tal y como hizo el célebre Diógenes.