domingo, 6 de marzo de 2011

UTILITARISMO



En este vídeo se nos pone de manifiesto, un nuevo dilema moral: Formalismo vs. Utilitarismo, o visto de otro modo, ¿qué relación mantienen los fines y los medios?

Como ya hemos explicado en la anterior entrada del formalismo, el fin nunca justifica los medios, de forma que lo que prima siempre es el modo de realizar la acción frente al resultado que se obtenga de ello. En cambio, el utilitarismo siempre centra el resultado de la acción frente a la forma de llevarla a cabo, es decir, el fin justifica los medios.

Según el utilitarismo, lo útil es bueno, y por lo tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados. El utilitarismo reduce también la felicidad al máximo placer y el mínimo dolor, buscando siempre la mayor felicidad o mayor bien para el mayor número de personas. De este modo, el utilitarismo da una mayor importancia a los intereses colectivos que a los intereses parciales o individuales. Una acción es mejor que otra cuando contribuye más al bienestar general. Por el contrario, el formalismo de Kant antepone que el modo de realizar el objetivo sea correcto aunque perjudique a toda la humanidad.

Si analizamos ambas teorías por separado nos daremos cuenta de algunos de los errores o dificultades que pueden conllevar. Por un lado, encontramos que el formalismo, tal y como he dejado constancia en la otra entrada, conduce a una universalización de las circunstancias y a un deber que, a veces, no produce unos resultados correctos. Por otro lado, en el utilitarismo se nos hace muy difícil concretar la cantidad de bienestar general que vas a producir con tus actos. De este modo, también se nos plantea: ¿qué es preferible: un mal individual muy importante o muchos males de menor tamaño? 

Atendiendo a las alusiones que se nos hacían en el vídeo sobre el fin y los medios, cabría destacar cuál de ambas posturas es más considerable a la hora de ponerla en práctica. A mi justo modo de opinión, considero que para obtener un grato resultado, es decir, un correcto fin, se debe llegar a un equilibrio entre ambas posturas. Tan mal está  realizar una acción sin analizar sus consecuencias, simplemente actuando por el deber de hacerlo bien (formalismo); como realizar un acto fijándose solo en el resultado final sin tener en cuenta los métodos para llegar a él. De ahí, fijar cualquiera de las dos posturas en un extremo u otro, supondría una actitud que al final no conduciría a ningún tipo de bien, sino que más bien podría conllevar el mal.        

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