Otra vez me presento ante vosotros para criticar, aún más si cabe, el actual sistema económico y político y, sobre todo, la base en que se asienta nuestra sociedad actual: el consumismo. Como ya he dicho en anteriores ocasiones, el consumismo solo nos lleva a un estado en el cual no se mira a las personas por lo que son, sino por lo que tienen. De esta forma, es el “cash” el único que hace girar el mundo.
En esta ocasión os traigo un nuevo vídeo que encontré los otros días navegando por internet. Este vídeo nos muestra la realidad de la sociedad consumista en que vivimos, analizando con fuertes argumentos todas sus ventajas y desventajas. Junto a esto, también hace un fuerte hincapié en la concienciación de la sociedad como fundamento para el avance del planeta. Si no lo hacemos, en cambio, no solo estaremos destrozando la civilización actual sino que, al ritmo que llevamos, conseguiremos destruir toda la vida humana. Está en nuestras manos qué aceptamos y permitimos que se haga y que no, pero nos falta acción para ir contra lo convencionalmente establecido; y es que es más fácil estar en el sofá viendo la televisión y admitiendo que nos engañan y manipulan que pensar y actuar contra estos falsos valores impuestos. Sin duda, es un vídeo que denuncia de forma certera el verdadero significado del actual sistema económico.
Espero que os guste y os haga reflexionar, porque... ¡todos juntos podemos acabar con esta lacra de consumismo!
Como bien decía el increíble y espectacular John Lenon, uno de los mejores cantantes del siglo XX, la vida es un sueño, solo consiste en imaginar. Pero cuando hablamos de imaginaciones, también nos estamos refiriendo a deseos, pasiones que intentamos cumplir y poner en práctica (aunque se nos vaya la vida en ello). Sin duda, son utopías.
Pero dicho de un modo más técnico, ¿qué es una utopía?
Si nos vamos a un diccionario y buscamos el término utopía encontraremos que su definición corresponde con un proyecto, idea o sistema irrealizable en el momento en que se plantea. Junto a esto, aparece un ejemplo bastante representativo y crítico a la vez: hoy por hoy, la igualdad social es una utopía. Con este enunciado venimos a decir que la igualdad y, por tanto, la dignidad de los seres humanos no es más que un simple proyecto irrealizable en espera de poderse llevar a cabo. Pero, ante esto, ¿por qué no actuamos para que los grandes valores universales se pongan en práctica y dejen de ser una utopía? ¿Por qué no conseguimos cambiar el significado de utopía para que deje de ser un una idea irrealizable a ser un proyecto ya realizado? ¿Por qué no aportamos nuestro granito de arena para que el ejemplo de utopía de los diccionarios pase a poner: hace mucho, mucho tiempo, la igualdad social era una utopía? Bueno, o lo que suena aún mejor, ¿por qué no hacemos que no sea posible encontrar ejemplos de utopías irrealizables?
Es por todo esto, por lo que he llegado a plantearme, como hasta antes nuca había hecho, mi ideal de utopía, un mundo de todos y para todos. Para ello, simplemente valdría con desarrollar los valores de igualdad, libertad, respeto, solidaridad,.... de una forma espectacular por encima de las expectativas de las sociedades actuales. Y, junto a ello, dejaríamos de lado otros valores como el egoísmo, el liderazgo, en definitiva, todas las injusticias. De este modo, no habría nadie superior ni inferior a nadie, todas las personas y de todas las razas serían respetadas a un mismo nivel, se haría el amor y no la guerra.
Pensar en un mundo con estas características parece, sobre todo en los tiempos que vivimos, más bien un sueño que una realidad. Pero repito, al igual que al comienzo de esta reflexión, que todo está en nuestras manos. Si nosotros aceptamos que nos dominen y hagan con nosotros lo que se quiera, seguiremos sumidos en una crisis, no solo económica me refiero, de la cual no podremos salir. En cambio, si no dejamos el cuerpo y la mente muerto y actuamos todos en masas, por poco que sea lo que cada uno aporte, podremos cambiar la realidad y llevarla a ser esta ansiada realidad utópica.
Para encontrar un ejemplo claro de lo que digo, no hace falta más que mirar hacia los Estados árabes, como es el caso de Egipto, Túnez o Libia, donde toda la población, cansada de ser tratada como objetos por sus gobiernos , sin ningún tipo de derechos ni libertades, se ha opuesto a sus respectivos regímenes en busca de una realidad más real y cada vez menos utópica.
Para terminar me gustaría añadir una palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano que resumen de una forma breve y precisa lo que supone para mí una utopía:
"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar."
En fechas como hoy, día de San Valentín, es inevitable que no escuchemos la palabra AMOR. Y, la verdad, es un término que empleamos con mucha frecuencia, pero casi nunca sabríamos definirlo con total claridad. Está presente en casi todos los momentos de nuestra vida: nacemos del amor de nuestros padres, y además nuestros primeros años solo se fundamentan en este amor que los padres sienten hacia nosotros. Crecemos y maduramos también en el amor, esos primeros "ligues", esos "amores de verano". Finalmente volvemos a tener hijos, volviendo a cambiar de nuevo la perspectiva del amor, pero, eso sí, siempre amor. Entonces, cabe preguntamos: "¿qué es en verdad el amor?"
Esta mañana, hemos intentado dar respuesta a este gran interrogante en clase, y verdaderamente ha sido una tarea bastante compleja. Unos opinaban que el amor es un sentimiento "bueno", de afecto, que incluye cariño, respeto, e incluso podríamos decir pasión. Otros, en cambio, consideraban que el amor es un sentimiento amargo, duro, que es mejor no sentirlo, pues solo te puede acarrear más problemas. Por tanto, sólo hemos podido llegar a la conclusión de que, ante todo, es un sentimiento muy, muy abstracto.
De otra forma, si consultamos una enciclopedia nos aparecerá textualmente: "El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (científico, filosófico, religioso, artístico). Habitualmente se interpreta como un sentimiento, relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes."
En mi opinión, el amor es, sin duda, un sentimiento que, como todo en esta vida, tiene sus pros y sus contras. Cuando hablamos de un amor romántico, podemos describirlo como una sensación que te eleva a las nubes cuando estás con la persona amada, te hace sentir el chico/a más feliz en la faz de la Tierra, el tiempo se detiene, solo importa él/ella. Por el contrario, este amor tan increíble puede generar grandes problemas como son los celos, la posesión, el dominio sobre la otra persona,... pero creo que es un riesgo que hay que correr. Es mejor enamorarse y sufrir, que vivir pensando que hubiese sido el amor.
Por último, he recogido una serie de citas sobre el amor que he encontrado por internet que darán una mejor constancia de lo que el amor representa. Junto a esto, también añado una canción que viene a resumir toda la esencia del amor visto desde las diferentes perspectivas.
"Amor es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una fiera herida, una blanda muerte."
Fernado de Rojas (La Celestina)
"Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!"
Jacinto Venavente
"El amor no tiene cura, pero es la única medicina para todos los males."
En esta ocasión, he recogido una serie de imágenes que he encontrado navegando por internet y que me han parecido muy interesante en cuanto a sus reivindicaciones contra el consumismo.
El consumismo se ha convertido en los últimos años en el motor de nuestra sociedad. Ya no se tienen en cuenta las capacidades personales, sino que éstas han sido sustituidas por valores como la moda o las compras. Importa más lo que una persona lleva puesto a lo que verdaderamente es; solo se mira si su ropa es "de marca" o de "mercadillo". Mientras que tenga buena apariencia, que más da lo demás. Se respeta más a quien lleva puestos unos “Calvin Klein” o unos “Levi’s”, que a quien sacrifica su vida por los demás y es capaz de abandonar su familia, su hogar por ayudar a quien más lo necesita.
De esta forma, las compras y el continuo consumo se transmiten como verdaderos placeres, como la felicidad máxima a la que podemos acceder y que además las grandes empresas nos la ponen a nuestra disposición como si nos hicieran un favor para conseguirla. Ante esta posición, Epicuro afirmaba que lo importante era no dejarse evadir por tantos y tantos anuncios que llegan a nuestro alrededor y, sobre todo, mantener una reflexión constante con la que poder analizar la situación y encontrar las verdaderas necesidades, consiguiendo al fin el placer y la felicidad.
Es por este motivo, por el cual he realizado el siguiente video en el que queda recogido todo lo expresado anteriormente. Para ello, he empleado el tradicional juego de buscar diferencias, comparando un chico “fashion” con un mendigo. ¿Qué opinas? ¿Crees que se diferencian mucho?
En esta ocasión, hablaremos del hedonismo o epicureismo, teoría ética basada principalmente en la búsqueda del placer como bien supremo y meta más importante en la vida. Su principal exponente es, como su nombre indica, Epicuro de Samos, filósofo ateniense del siglo IV a. C.
Cuando hablamos de la búsqueda del placer por encima de todo no nos estamos refiriendo a los placeres terrenales, sexuales o gulosos, sino a aquel que nos va a proporcionar la felicidad definitiva, más allá de un instante. Es por esto por lo que Epicuro hacía un llamamiento a calcular con sensatez los placeres, aplicando la razón y el conocimiento, a fin también de evitar el máximo dolor posible. Así, el hedonismo se va a regir por la búsqueda de los placeres más intensos y duraderos, y, a la vez, menos dolorosos.
Alcanzar este estado de placer permanente no consiste en vivir una fiesta constante, sino todo lo contrario, llevar una vida tranquila, en paz y armonía, tal y como hacía Epicuro. Para él, su felicidad no consistía en tener grandes riquezas o propiedades, sino en vivir dedicado a sus amistades y con una profunda reflexión. De esta forma, llevaba un estilo de vida sencillo, rodeado en todo momento de amigos.
Si echamos una mirada hacia la sociedad del momento, nos daremos cuenta que lo que prima a la hora de actuar es el principio del deseo y el placer, dando por entendido que todo placer va a traer consigo la felicidad. De esta forma, las grandes empresas multinacionales, los medios de comunicación, etc., nos intentan persuadir mediante la publicidad para darnos a entender que solo ellos y sus productos nos pueden dar el placer y la felicidad que tan ansiados buscamos. Nos dan a creer que nos dan la libertad para elegir pero solo nos imponen una marca, un modelo. Así, hemos construido nuestra sociedad en valores como el consumismo, intentando mostrar siempre una imagen externa perfecta de nosotros mismos, que en la gran mayoría de casos pasa a ser irreal, inmoral y muy imperfecta.
Hemos intentado poner a la práctica todas las enseñanzas epicúreas, pero nuestra avaricia y codicia han hecho que llevemos al polo opuesto nuestra sociedad, nuestra vida. Hemos hecho que el placer se convierta en una necesidad y que esa necesidad se haga imposible de realizar. Hemos permitido que se haga y se siga haciendo, sin poner remedio ni solución. Y lo peor aún, hemos cambiado la libertad que nos da el placer eterno por un determinismo en busca del placer instantáneo.
Dentro de todas las teorías éticas que durante estos días estamos recogiendo aquí en el blog, hoy toca dar paso a Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) y su eudemonismo.
Si nos remontamos al origen de la palabra eudemonismo podemos encontrar que proviene del griego "eudaimonia" que viene a significar "felicidad" en nuestro idioma. Por tanto, podemos afirmar que Aristóteles centra su teoría en la búsqueda de la felicidad, conseguida junto con el encuentro de la libertad.
En cambio, no ponía la felicidad en cualquier sitio ni lugar, sino que orientaba la búsqueda de dicha felicidad en las virtudes, entendiéndolas como todo aquello que nos da fuerza y nos mueve. Junto a esto, Aristóteles sitúa las virtudes en el mundo de la acción humana, es decir, en la realidad, considerándolas de una forma justa de equilibrio entre el exceso y el defecto. Con esto, vengo a decir que las virtudes deben situarse en un promedio considerable; por ejemplo, tomando el caso de la generosidad, podemos considerar que se debe ser generoso, pero de una forma intermedia, sin estar tan encima de los demás que se nos olvidan nuestras propias necesidades o, por el contrario, centrándonos tanto en nosotros mismo que no tengamos en cuenta lo que podemos hacer por los que nos rodean. Para ello, Aristóteles defiende que debemos buscar nuestros propios modelos de virtud también en la práctica, en la realidad, de forma que nos centremos siempre en seguir a los "excelentes", es decir a aquellos que mejor representen esa virtud que pretendemos conseguir. Por ejemplo, si tomamos de nuevo el caso de la generosidad, debemos buscar como modelo al más generoso, a aquél que está siempre que lo necesitas, a aquél que no pide nada a cambio por ayudar, a aquél que da todo por todos,...
Ante esto, y teniendo en cuenta que el principal fundamento de la ética es intentar ayudarnos a mejorar nuestra vida, debemos preguntarnos qué modelos a seguir imperan en la actualidad (publicidad, cine, gobierno, etc.) y su valerosidad para nosotros, es decir, ¿son estos modelos valiosos para mí?
En la gran mayoría de anuncios, películas, o, incluso, organizaciones políticas de la actualidad se intentan dar unas figuras excelentes (modelos) u otras en función del objetivo material que se intente conseguir. Un ejemplo muy común lo encontramos en la publicidad televisiva, la cual transmite diferentes valores según convenga para conseguir llamar la atención del mayor número de telespectadores y obtener un mayor beneficio. Por tanto, si fijamos nuestra forma de actuar, de conocer el bien y el mal, de buscar nuestra felicidad, en los modelos que se nos presentan a nuestro alrededor, correremos el gran peligro de dejarnos manipular de cualquier forma por unos cuantos, y así perder nuestra libertad, otro pilar fundamental en el eudemonismo.
De forma global, considero que esta teoría ética no es de las más útiles en la vida actual, pues los grandes modelos de perfección se encuentran profundamente transformados por los intereses, que mueven en todo momento el día a día. Por contra, si queremos seguir esta teoría, debemos escoger de una forma muy razonada el modelo al cual queremos imitar, ya que sino, como he dicho anteriormente, podemos caer en la trampa de hacer lo contrario a lo que deseamos para alcanzar aquello que según Aristóteles buscamos: la felicidad.
Durante las últimas semanas, hemos tratado en clase las diferentes teorías éticas. A continuación me voy a centrar en una en especial: el intelectualismo moral, de Sócrates. De un modo general, podemos incluir dicha teoría dentro de las teorías teleológicas (del griego telos, "finalidad") o finalistas, basadas en la búsqueda del objetivo de la vida, la felicidad. Así, podemos decir que su reflexión se centra en la disputa sobre qué es aquello que nos hace más felices y cuál es el mejor modo de conseguirlo. Pero, ¿en qué basa nuestra felicidad? ¿Cuál es el método que propone Sócrates para conseguirlo?
Sócrates afirma que la búsqueda de la felicidad se fundamenta en la virtud, conocida como el conocimiento y la sabiduría. Toda su obra ética más importante quedaría resumida en los siguientes puntos:
1. Como ya he dicho anteriormente, la virtud es conocimiento, por lo tanto un hombre no puede ser justo sin conocer la Idea de justicia.
2. A su vez, si una persona solo piensa en su propio bien y no sabe reconocerlo, obrará mal creyendo erróneamente que está haciendo lo mejor para él.
3. Nadie obra mal a sabiendas ya que si alguien conoce realmente qué es el bien, necesariamente hará solo el bien.
Teniendo en cuenta estos tres grandes principios socráticos, afirmaríamos que quien realiza el mal es un ignorante, pues si de verdad sabe qué es el bien solamente podrá hacer el bien. Así, Sócrates emplea el ejemplo del tirano para fundamentar su explicación, tal y como queda reflejado en el vídeo. Los tiranos no conocen la virtud, son ignorantes y en consecuencia criminales. Pueden someter a los ciudadanos a su gusto, pero no su voluntad. El hombre sólo procura su propio bien y los que cometen las injusticias se hacen daño a sí mismos. Para Sócrates no existe diferencia entre ser ignorante y criminal.
Entonces, si tomamos las palabras del intelectualismo moral, ¿se puede hacer el mal conociendo el bien? Y si realizamos una mala acción, ¿somos unos ignorantes?
De acuerdo al intelectualismo moral, solamente podemos contestar sí a las anteriores preguntas. Pero si respondemos afirmando rotundamente todo lo que dice Sócrates, estaríamos defendiendo que nuestra actual sociedad está fundamentada en la ignorancia. Dicho de este modo parece una negación a la defensiva de todos los valores conseguidos hasta el momento, pero simplemente basta con hacer una mirada hacia nuestro alrededor para darnos cuenta que la realidad no llega a ser muy distinta.
Un ejemplo muy sencillo y, ante todo, muy actual, vendría a ser la recién aprobada ley anti-tabaco, con la que se prohíbe fumar en la gran mayoría los espacios públicos. Esta medida ha provocado, como bien ya sabéis, un gran revuelo entre todos los fumadores, pues defienden en todo momento su derecho a fumar donde y cuando quieran. Pero ahora bien, ¿por que la gente sigue fumando si saben que es malo para la salud y aún peor para todos aquellos que les rodean y no fuman? ¿Entonces habría que considerar a todos los fumadores unos ignorantes?
Otro ejemplo, uno de los más frecuentes, lo podemos encontrar en aquella personas que roban por necesidad, cuando hablo de necesidad me estoy refiriendo a todas las familias que no tienen nada que llevarse a la boca y no encuentran otra salida más efectiva para sobrevivir que el robo. ¿Realmente estarían haciendo el mal? ¿Serían unos ignorantes?
Aún así, a modo de opinión personal, considero que el intelectualismo moral no es la mejor de todas las teorías éticas, pero,sin duda, es la "menos mala". Coincido en el fundamento de que utilizando la virtud que nos da la sabiduría podemos alcanzar la verdadera y más valiosa felicidad, pero opino que siempre hay que llevar a juicio este principio pues no en todas las situaciones y circunstancias se puede actuar siempre con el mismo conocimiento.